Por desgracia, estamos familiarizados con las atrocidades perpetradas por los grupos terroristas wahabíes (Daesh, Boko-Haram y AlQaeda, por ejemplo) en África y Oriente Medio, tales como decapitaciones, masacres o violencia sexual. La prensa suele señalar al «fanatismo religioso» como la motivación de estos graves abusos. Muchas personas en Occidente tienden a pensar que los musulmanes serían seres salvajes predispuestos a cometer todo tipo de barbaridades con la religión cegándoles la mente.

Pero esto no es así. Hechos similares, cometidos en masa, han sido perpetrados por otros grupos y ejércitos en las últimas décadas, sin que fueran musulmanes ni religiosos en muchos casos. En Latinoamérica, África y Asia saben mucho de esto, aunque en Europa nos suene algo raro. La motivación real de estos crímenes es causar terror extremo en la población circundante, para que abandonen sus territorios o se sometan a los grupos armados y ejércitos regulares. Se trata de un medio para conseguir un fin, deliberadamente planificado.

irak-crimenes-guerra-Audiencia-NacionalResultado de la Operación «Conmoción y Pavor» en la invasión de Irak por parte de EEUU. Su nombre es muy elocuente.

 

En el título apuntábamos a EEUU. Por un lado, no hay que obviar su responsabilidad en la creación de los grupos terroristas salafistas, junto con Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Turquía. Por otro, se conoce con detalle cómo han formado y utilizado recurrentemente aliados muy sanguinarios a lo largo de todo el planeta. La violencia de Daesh es similar a la que han desarrollado las fuerzas contrainsurgentes con el adiestramiento proporcionado por la CIA y el Pentágono, y está directamente relacionada con la instrucción estadounidense a muyahidines en Afganistán y a las milicias sectarias iraquíes; también es similar a la utilizada por los aliados de EEUU en Latinoamérica. Lo explicamos.

A finales de los años 70, Saddam Hussein se alinea con EEUU para iniciar la guerra contra el Irán de los Ayatohlás. El ejército iraquí recibió armamento y equipación del Pentágono y la CIA. Igualmente, la Casa Blanca colaboró en los ataques con armas químicas contra Irán proporcionándole información satelital de sus objetivos a sabiendas de que iba a utilizar gas nervioso.

Pasan los años y todo cambia. Tras la invasión de Irak, muchos militares organizan la resistencia contra la ocupación, y más tarde engrosan las filas del Estado Islámico. Se organizan de forma muy eficaz, poniendo en práctica todo lo aprendido en su formación cuando eran aliados de EEUU.

A su vez, el gobierno títere de Irak volvía a instruir a su ejército (cómplice de la ocupación), esta vez bajo mando norteamericano. EEUU puso sobre el terreno también a mercenarios de BlackWater y propició el surgimiento de grupos paramilitares, escuadrones de la muerte, que azuzaron la división sectaria del país entre chiítas y sunnitas. Algunos de estos grupos han engrosado también las filas de Daesh y Al-Qaeda. De todo ello hay abundantes pruebas y documentación desclasificada. Recomendamos leer este extenso artículo que ilustra todo este proceso, o éste otro más breve. También es interesante conocer el papel del diplomático estadounidense John Negroponte en la creación de escuadrones de la muerte en Honduras e Irak.

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Pasando a Siria, vemos cómo EEUU ha reconocido la financiación, equipación y entrenamiento de «rebeldes». Grupos que también han llevado adelante la estrategia del terror cometiendo matanzas y crímenes crueles contra la población civil y combatientes enemigos. Recientemente, tras haberse hecho público que un grupo «amigo» de EEUU ha decapitado a un niño palestino, Washington ha afirmado que «se replanteará» la continuidad de este tipo de operaciones… o al menos que puedan salir a la luz pública.

Pero es que todo esto no es nada nuevo. Lo mismo ocurría en el Afganistán de los 80, donde cientos de Johns Rambo entrenaban a muyahidines por la libertad expertos en el terror contra laicos y musulmanes no fanáticos.

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Y lo mismo sucedió en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX. Hablemos ahora de cómo la estrategia estadounidense del terror ha sido enseñada a grupos afines en ese continente, con manuales, exámenes y prácticas incluidas.

 

La Escuela de las Américas

La Escuela de las Américas fue establecida en Panamá en 1946 para entrenar a soldados latinoamericanos en técnicas de guerra y contrainsurgencia. El presidente de Panamá Jorge Illueca la describió como «una base para la desestabilización en América Latina».  Uno de los principales diarios panameños la apodó «La Escuela de Asesinos.» Por ello tuvo que trasladarse a Fort Benning en 1984. En una de sus editoriales, el New York Times dijo que «Una institución que esta tan lejos de los valores americanos debe ser clausurada sin vacilación.»

Esta academia ha entrenado a más de 61.000 soldados y policías latinoamericanos en combate, tácticas de comando, inteligencia militar y técnicas de tortura. Estos graduados han dejado un largo rastro de sangre y sufrimiento en los países donde han regresado.

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En 1996 varios manuales de entrenamiento fueron desclasificados. Aconsejaban «aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensa por enemigos muertos». También la estrategia de «quitar el agua al pez»: para combatir a un enemigo se le debía separar físicamente de la población civil para aislarle y dejarle sin apoyos… aunque ello implicara desplazar y/o asesinar a decenas, cientos o miles de personas.

Las acusaciones de gravísimas violaciones de los Derechos Humanos por parte de los instructores y graduados de la Escuela de las Américas es muy larga. Ni EEUU ni la propia academia han querido investigarlas. Tampoco sus vínculos con terrorismo, corrupción o narcotráfico, siendo especialmente grave el caso de Colombia. Este país también contó con la «ayuda» de Israel para formar a sus paramilitares y sicarios narcotraficantes.

Además, en varios países los graduados han formado secciones extraoficiales en los ejércitos de sus países, que han actuado como quinta columna contra la democracia y los gobiernos progresistas. Las más claras, los golpe de estado contra Allende y Chávez.

A partir de 2004, varios países se retiran del programa de la Escuela de las Américas: Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina, Nicaragua y Costa Rica. El resto continúa participando a día de hoy.

Sin temor a equivocarnos, podemos decir que la mayoría de los crímenes de lesa humanidad cometidos por ejércitos oficiales y grupos paramilitares en Latinoamérica han sido dirigidos, planificados y ejecutados por instructores o alumnos de esta siniestra academia. De hecho, varios alumnos de esta escuela se convirtieron en dictadores: Pinochet, Videla, Ríos Montt, Noriega y Hugo Bánzer. Poco ha pasado en América Latina que EEUU no controlara hasta finales de los años 90, y todavía hoy en países como Colombia, Guatemala, México u Honduras especialmente.

Puede encontrarse mucha más información en la página SOAWATCH: Cerremos la Escuela de las Américas. Una gran variedad de organizaciones sociales en EEUU llevan décadas persiguiendo su clausura, desde colectivos izquierdistas hasta cristianos de base, especialmente desde la matanza de la UCA en 1989.

Ahora veamos dos ejemplos que ilustran cómo la Escuela de las Américas llevó el terror a la práctica.

 

  • La contra nicaragüense

 

Nicaragua, 1979. Somoza, uno de los dictadores más fieles a EEUU, es derrocado. La  lucha sandinista conseguía acabar con su régimen de terror y poder absoluto. Pero Washington no se resignó a perder su influencia.

La intervención de la CIA y el Pentágono en Nicaragua es una de las más documentadas. Gracias al trabajo valiente de varios periodistas (uno de los cuales se ¿suicidó?) se supo que la agencia de inteligencia estadounidense financió a las milicias paramilitares de extrema derecha mediante un acuerdo con un empresario de Nicaragua para permitirle vender «crack» en los suburbios negros de Los Ángeles. La película «Matar al mensajero» revela cómo Gary Webb acabó descubriendo estas conexiones. HispanTV lo analiza en este interesante programa.

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EEUU también financió la Contra vendiendo armas clandestinamente a Irán, a pesar del embargo decretado tras la caída del Sha. El famoso escándalo «Irán-Contra».

Oliver northOliver North, acusado del Iran-Contra y de colaboración con paramilitares de Nicaragua.

 

Los «contras» se componían al principio de antiguos miembros del ejército fieles a Somoza, mercenarios, ex-sandinistas corrompidos y personal militar estadounidense y de la dictadura argentina desplazado a Nicaragua en calidad de instructores. Muchos fueron también entrenados en Florida y en la vecina Honduras, bajo la supervisión del embajador norteamericano John Negroponte.

Los crímenes de lesa humanidad que cometieron los contras incluyeron torturas, mutilaciones, ejecuciones, violaciones, degollamiento de mujeres embarazadas, destrucción de pueblos, asesinatos arbitrarios, saqueo, quema y envenenamiento de cosechas, reclutamiento forzoso… El número de muertos en la guerra entre los contras y las fuerzas populares ascendió a 50.000. La película de Ken Loach «La canción de Carla» ilustra estos terribles sucesos.

Estos grupos paramilitares fueron apodados «Comando de la Libertad» por el presidente Ronald Reagan. Tan obvia, pública y notoria era la colaboración de EEUU con la contra nicaragüense, que el gobierno sandinista demandó al gobierno norteamericano en 1984 por los crímenes que cometieron. Finalmente el fallo fue condenatorio para EEUU. Pero Washington nunca reconoció el veredicto.

 

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Para acabar con Nicaragua, merece la pena destacar una de las tácticas de la contra: infiltrar y someter comunidades indígenas para enfrentarlas a otras de manera sectaria, explotando antiguas rivalidades y fomentando el odio. El caso más conocido fue el de los miskitos, que posteriormente fueron desplazados de sus tierras para evitar más enfrentamientos armados con el resto de las comunidades indígenas, lo que supuso un grave perjuicio a ese pueblo.

Esta táctica de los cachorros de la CIA es similar a la que utilizaron en el Irak post-invasión para enfrentar entre sí a sunníes y chiíes, algo que han exportado también a Siria. Tampoco es algo muy novedoso: el colonialismo británico la utilizó en África y la India. Los planes de la CIA para dividir Oriente Medio en estados títeres utilizando las divisiones étnicas y aprovechándolas en su beneficio reflejan esta directriz. ¿Alguien cree que con un pueblo irakí unido EEUU hubiera podido sostener su ocupación? Es el «divide y vencerás» a gran escala; subcontratar las matanzas para no mancharse las manos. Y mientras tanto, de cara a la galería, les llaman salvajes, tanto a los que financian como a los que bombardean. Total, puede que mañana apoyen a otras etnias si les resulta más provechoso.

 

  • El genocidio en Guatemala

 

Este país ha enviado hasta la fecha unos 1.800 militares a la Escuela de las Américas. Entre ellos, las figuras más destacadas fueron estos personajes:

Efrain Ríos Montt, sentenciado por delitos de genocidio.

General Héctor Alejandro Gramajo, arquitecto de la política de Genocidio.

Coronel Bayron Lima Estrada, sentenciado por el asesinato de Monseñor Gerardi.

Lucas García, señalado de delitos de Genocidio.

General Lopez Fuentes, procesado por delitos de Genocidio.

Otto Perez Molina, ex presidente de Guatemala destituido por corrupción, pero también acusado de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.

Pero, ¿qué ocurrió en Guatemala?

El país estuvo inmerso en una guerra civil desde 1960 hasta 1996. A principios de los años 80 se crea la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, que gozaba de gran apoyo popular. El gobierno decide entonces seguir la estrategia de quitar el agua al pez. Los siniestros personajes antes mencionados emplazan a las comunidades indígenas del país a colaborar con el ejército o sufrir las consecuencias. Se acometió un auténtico genocidio. Las cifras más fiables oscilan entre los 100.000 y 200.000 indígenas asesinados por el ejército y grupos paramilitares reclutados por éste, siendo las Patrullas de Autodefensa Civil el más conocido. También se habla de más de un millón de desplazados y 200 mil refugiados.

rios-mont-genocidaRíos Montt, condenado por genocidio. La sentencia se revocó a los 10 días.

 

Según desvelan los documentos militares parcialmente desclasificados, hubo un plan preconcebido hasta el último detalle para convertir en cenizas el Área Ixil. Figuran los nombres de los responsables de los crímenes cometidos en la misión de exterminio; los movimientos y reportes de las patrullas que operaron; los faxes enviados entre los mandos; los “éxitos” obtenidos en la arremetida contra las comunidades.

En todo el país hay constancia de pueblos enteros masacrados, violaciones públicas, agresiones a mujeres embarazadas a las que se les abría el vientre para sacar el feto y estrellarlo contra los árboles, asesinatos de bebés, empalamientos, personas quemadas vivas, ejecuciones selectivas extraoficiales, agonías prolongadas varios días, desalojo forzoso de decenas de municipios, ametrallamiento de manifestaciones, fosas comunes, torturas, dejar cadáveres a la vista de las comunidades durante días, y una larga lista de atrocidades.

A modo ilustrativo dejamos dos testimonios de soldados entrenados por el ejército:

«Cuando llegué, me mandaron a Senahú, porque nos íbamos a trasladar a pie a ese lugar. Entonces cuando llegué me bajé y pregunté por los oficiales y no estaban y los de la 2 tampoco, y me gritaron apúrate porque te vas a perder de algo bueno, y cuando yo llegué ya solo tenían a uno de los muchachos que le estaban cortando la cabeza. Eso era lo que yo me estaba perdiendo.»
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«‘Bueno hoy van a aprender cómo se mata a la gente’. Entonces uno hace unos hoyos prácticos, así se hacen los hoyos prácticos, después de estudiar lo teórico. Pero no lo práctico, así de que va a ir a matar a su compañero, sólo le dicen ‘mirá, este se agarra así y se mata así, y se tira así, y tira para allá, pero antes de matarlo se le da vuelta’. Ya después que aprende el ‘paso de la muerte’, le enseñan a matar directamente. Ya se le mete tiro en el pecho o en la frente, tiro de gracia y al hoyo, tranquilo, vas a matar, así ya es un paso que estudiamos, la muerte. Después ya es práctico, ya cuando uno está en su lugar donde le va a corresponder. Se torturaba un día, se torturaba otro día, tercer día, y se dejaba un tiempo que descansara unos ocho días. Siempre se le daba comida pero se limitaba por poco, ah. Entonces a los ocho días, entonces ya se miraba a ver qué se hacía más, y ahí el que daba la orden de muerte era el segundo negociado, el segundo negociado era el oficial S2. Ese en especial da la orden al punto de matarlo, de terminarlo.»

Estos crímenes se ocultaban, pero no siempre. En ocasiones los detalles se hacían públicos para atemorizar a las comunidades indígenas. Por supuesto, la responsabilidad recaía en ellas por «apoyar a la guerrilla» y «ser subversivos». Desde el gobierno se alimentó el racismo y odio entre indígenas en todo el país. Los pueblos indígenas que no apoyaban mayoritariamente al ejército, como el maya, eran tachados de «inferiores» y «no recuperables», y se animaba a los paramilitares de otras etnias a acabar con ellos. Vemos de nuevo el mismo patrón de la división y enfrentamiento entre etnias para servir a los intereses de Washington.

En 1999, el presidente de EEUU Bill Clinton emitió una disculpa oficial declarando: «Es importante que yo exprese claramente que fue un error proporcionar apoyo para las fuerzas militares o unidades de inteligencia que se involucraron en represión violenta y generalizada.» Lo de siempre: pedir perdón por las atrocidades pasadas pero seguir cometiéndolas en el presente y preparar las del futuro.

Las masacres están documentadas y explicadas exhaustivamente en el Informe REMHI. También existe un documental de 30 minutos, «La verdad bajo la tierra», que puede verse aquí:
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Por último tenemos que decir los graduados en la Escuela de las Américas siguen actuando en Guatemala. El movimiento popular denuncia que las empresas multinacionales de la minería, construcción y alimentación siguen aplicando tácticas de inteligencia similares a las de la época del genocidio.

 

Podríamos seguir hablando de los crímenes de la Escuela de las Américas. Ahí está el caso de la sangrienta Colombia, el país que más militares envía actualmente y del que hemos hablado en otras ocasiones; los paramilitares llegaron incluso a beber la sangre de sus víctimas y comérselas. También el Chile de Pinochet y la Argentina de Videla, que desarrollaron la Operación Cóndor en la que, entre otros operativos, lanzaban a opositores al mar desde aviones con el beneplácito de Washington. Y si salimos de América, veremos cómo el Israel amigo de EEUU ha utilizado tácticas muy parecidas con un refinamiento muy especial; o cómo los militares indonesios ejecutaron cruelmente al menos a medio millón de comunistas bajo las directrices de la embajada norteamericana. Existen muchos más ejemplos.

 

En cualquier caso, con lo expuesto hasta ahora puede sacarse una conclusión. Los seres humanos, en situaciones extremas, son capaces de lo mejor y de lo peor. Pues bien, EEUU ha perfeccionado el arte de adiestrar a personas para la segunda opción. Ya sea bajo uniforme militar oficial o tras una mascarada paramilitar, EEUU ha formado minuciosamente a criminales de guerra que le han sido muy útiles. Y sigue haciéndolo, sin importar la etnia, religión o cultura de sus alumnos aventajados.